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“Nos hicimos fuertes, con una base sólida y de jerarquía”Publicada: 02/12/2021 12:09:29
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Los héroes nunca mueren, sino que pasan a la eternidad. Así lo demuestra la vigencia de muchos de ellos, aunque sus cuerpos no estén presentes entre los vivos. El caso de Maradona es más que ilustrativo: a un año de su funeral, su voz y su imagen están tan vivas como siempre.
Inigualable como futbolista, controvertido públicamente y lleno de problemas en su vida personal, Diego es una amalgama de virtudes y defectos que se ajustan can bastante precisión al espíritu nacional. Nunca traicionó su impronta ni perdió su carácter tan reconocible; tampoco se olvidó de dónde venía ni con quién estaban sus lealtades.
(Infografía interactiva desarrollada por Estafa.info)
La cuna de barro, el destino de oro
A nadie le caben dudas de que en los barrios humildes hay talento; lo difícil es hacer que esas joyas lleguen a brillar en una sociedad meritocrática y desigual. El caso de Maradona es tan extraordinario que cada parte de su historia cobra un sentido especial. Ya su primera aparición pública es todo emblema que se entrama con los eventos de la posteridad.
Se trata de un video filmado a fines de la década de 1960 o a comienzos de 1970, en un potrero de Villa Fiorito. Hoy en día es común que todo niño tenga videos y fotos de los momentos de su infancia; pero para un chico pobre de la Argentina profunda de aquella época, aparecer en una filmación era toda una eventualidad. Y más aun sorpresivo cuando, al momento de ser consultado por sus sueños, el niño predijo el futuro: «Mi primer sueño es jugar un Mundial. Y el segundo es salir campeón».
Hay un elemento de azar que hace que esas declaraciones hayan cobrado un valor casi profético al ser vistas desde nuestras épocas. Pareciera que Diego Armando sabía desde niño por dónde lo llevaría el camino; ya presentía que la trascendencia lo reclamaba, ya intuía que el edificio de la AFA llevaría su nombre.
Un Diego nacional y popular
La posición política de Maradona siempre estuvo ligada al sentir y a las necesidades de las clases más desfavorecidas. No es extraña su filiación con los políticos de centroizquierda del populismo latinoamericano, como Néstor Kirchner, Evo Morales y Lula Da Silva. También es muy recordado su discurso junto a Hugo Chávez en el IV Congreso de las Américas en el 2008, cuando los líderes de la región se oponían a los proyectos desiguales presentados por George Bush para el comercio latinoamericano.
Su estadía en Cuba durante sus años de rehabilitación seria lo acercaron a Fidel Castro y al pensamiento de izquierda. Este tipo de cuestiones lo volvieron el centro de las críticas del periodismo argentino más conservador. A pesar de eso, las masas populares no cejaron en su cariño por el ídolo.
La fiesta farandulera
Diego no se escondió nunca de la prensa: se presentó tal como era en su vida pública. Así, no fue difícil capturarlo en innumerables fotos que lo muestran bailando en clubes nocturnos, o llevando a cabo alguno de sus histrionismos. Abundan los registros que lo muestran de fiesta con celebridades como Susana Giménez o Moria Casán, así como con músicos como Charly García.
Sus modales no estaban adoctrinados por el buen gusto occidental, lo cual podía incomodar a los más intolerantes. Lo cierto es que Diego no escatimó piropos, ni besos ni energía festiva. Son muy recordados sus apasionados picos a Caniggia, el potro Rodrigo y varios más, en épocas en que el homoerotismo era un tema prohibido, aun más en el ambiente del fútbol.
Esta vida nocturna activa quizás fue la que lo llevó por el lado oscuro de su carrera, el relativo al abuso de drogas. La desmesura es parte constitutiva de su vida, tan inescindible de la persona de Diego como su talento en el Mundial de 1986 o su compromiso con los más humildes.
Los mandamientos del 10
Diego fue y es una personalidad insoslayable; nadie puede dejar de advertirlo. Esta centralidad en la vida cultural, social y deportiva dio como resultado el surgimiento de una Iglesia Maradoniana. Esta institución se considera un religión posmoderna, es decir, a pesar de que los fieles saben que el objeto de adoración no es sobrenatural, están dispuestos a seguir su modelo. El primer mandamiento de esta religión inusual es: «La pelota no se mancha». Una metáfora que no le quedaría nada mal al propio Jesús.
Admirado por muchos, detestado por otros tantos, Maradona es la gran figura de la cultura popular moderna de Occidente. En el aniversario de su partida, lo recuerdan los referentes de todos los países, y su presencia aún se continúa sintiendo.
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