Primera Nacional | Temperley

El final de su peor pesadilla

Hace 24 años, Temperley gritaba campeón: el 10 de junio de 1995, dejaba la Primera C. Frente a Tristán Suarez, el equipo de Mariano Biondi se desahogó con un: ¡dale campeón!

Publicada: 10/06/2019 17:48:04

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Un verdadero accidente, una injusticia propia de esas tantas que tan mal nos han tratado a lo largo de la historia; algo tan ajena al mérito deportivo, que en forma de castigo luego de la quiebra, fue la única manera de volver a jugar. Rivales inhóspitos, canchas increíbles, zonas nunca antes visitadas conformaban el amateurismo más obsceno. Sin embargo, por más crudo que sea el panorama, había que jugar.

De gran campaña durante su corta estadía en la divisional (solo estuvo durante dos temporadas), recién en la segunda edición pudo despedirse de la misma. Ganador del Torneo Clausura, en una definición increíble en el mismo estadio granate y ante Puerto Nuevo, Temperley se encaminó a disputar la gran batalla frente a Tristán Suárez. Casualidades del destino si las hay, que el mismo equipo que le dio la bienvenida tras el duro destierro, ahora se vestía de principal verdugo; de ahí la gran rivalidad y el mote de clásico para algunos.

Con el viejo formato, solo el campeón anual era quien subía de categoría. Es decir, ambos vencedores de las dos mitades debían enfrentarse ida y vuelta en escenarios neutrales. Así fue como el Lechero, dueño del apertura 1994 y por poco de la segunda parte, no tuvieron más remedio que jugar la final. Primero en Banfield, en el Florencio Sola, fueron los de Turdera quienes pegaron primero. Con gol de Ezequiel Kelo Llanos, el Gasolero se llevó los 90 iniciales.

Días después, una majestuosa multitud de almas celestes peregrinaron hasta la intersección de las calles Guido y Arias. En un estadio en remodelación, más de 15 mil personas vibraron con los goles del mismo Llanos y Ariel Paolorossi (había empatado de penal Mariano Millán en un 2-1 perpetuo). Locura mediante la vuelta al barrio fue la primera gran alegría tras tanto sufrimiento. Como si fuera hoy se recuerda, se disfruta y se vive. Porque 24 años no son nada, para Temperley aquello lo fue todo.

EL ASCENSO DE TEMPERLEY:

Iñaki Marcó

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