Primera B | Atlanta

“Todo Atlanta se brindó para mí”

Iván Varga habló sobre el problema en el corazón que lo obligó a dejar el fútbol cuando era jugador del Bohemio. “Si no juego, por dentro tengo una tristeza grande”, admitió.

Publicada: 15/08/2018 10:37:02

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Pocos hinchas recuerdan el paso de Iván Varga por Atlanta, porque lo cierto es que no llegó a jugar ni un minuto. El defensor de 23 años era refuerzo para Francisco Bersce, pero una miocardiopatía lo obligó primero a alejarse de las canchas un tiempo y luego definitivamente. Desde enero de 2018 se sumó al cuerpo técnico del Pepi, y hoy maneja un taxi mientras busca propuestas para seguir ligado al fútbol, aunque de las canchas para afuera.

“Cuando nos mandaron a hacer los estudios, me encontraron ‘algo’, que la primera vez que la veo a la doctora me hace una pregunta como si había tenido algún problema alguna vez. A los tres días me pidieron que vaya a hacerme un eco-doppler. Fui, me lo hice, tranquilo. Cuando me lo hago empieza a venir otro doctor, otro. Eran cuatro. Miraban y miraban y me comentan que no podía jugar más al fútbol”, comenzó recordando Varga.

— Estás loco. No. Si el lunes juego. Tengo que jugar.
— No, no podés.
— De última, juego y después vemos.
— No, Iván, no podés jugar más.

El diagnóstico era de miocardiopatía hipertrófica apical, un ensanchamiento en la punta del corazón. “Salí de ahí, me puse a hablar con el médico y ahí me fue cayendo un poco la ficha. Al otro día fui al club, con los estudios. En el vestuario estaba callado, estaba esperando a cruzarme al técnico, a Nico Bianchi, al doctor. En el medio me llamó Nico y me llevó al otro vestuario. Cuando entré estaban los doctores, los dirigentes, el cuerpo técnico. Y la noticia era que no podía jugar más al fútbol. Ahí entre lágrimas me di cuenta de la situación en la que estaba”, siguió su relato.



“Empecé a visitar a todos los médicos. Agremiados se portó de 10. Me dijeron los médicos que me iban a parar tres meses y después íbamos a ver si bajaba o no. Me hice los estudios, todo iba bien. Yo lo comentaba todo, grababa las conversaciones para que vieran que lo que decía era verdad, y en un momento llegó un doctor que me llamó y me dijo que tenía el alta. Yo no lo podía creer. Llamo a Atlanta, les comento, les digo. Cuando me ve el doctor me dicen que no, que no tenía el alta y que tenía que estar parado cuatro meses más. Ahí me empecé a manejar con otros médicos. En Atlanta no entendían nada tampoco, pero por suerte tuve el apoyo del club que me bancaron en todo”, resaltó Varga.

Pese al mal momento, encontró soporte rápidamente en el cuerpo técnico: “El Pepi se portó de diez. Me conocía hacía un mes, no me conocía de ningún lado, y me dijo ese mismo día delante de todos que me quería sumar a su cuerpo técnico, que no me quería dejar solo. Los primeros seis meses los afronté como jugador, pero como si estuviera lesionado”.

En diciembre, luego de realizarse los estudios, padeció también el maltrato de uno de los médicos de AFA. “Me dijo, que me deje de hinchar las pelotas con el fútbol. Yo nací con esto, no era el modo”, explicó. A partir de ese momento, se incorporó como analista al grupo de trabajo de Bersce. “Ahí en Atlanta me ofrecen sumarme al cuerpo técnico. Me sumé a partir de enero hasta que el Pepi se fue. Ahí me volví a hacer estudios, y volvió a salir mal, así que ahí cerré el tema, porque lo que más me afectaba era la cabeza, la ilusión”, señaló.

“Me vi en un momento de mi vida en el que tenía que definir muchas cosas. Ahora empecé a laburar con el taxi de mi viejo: él sale de día y yo de noche. Y me metí con el análisis. Conocí gente en Atlanta que me ayuda bastante y me hizo conocer mucha gente, así que le estoy metiendo con eso, a ver si sale algo. Metiéndole a ver qué me depara la vida”, aseguró.



Pese al mal momento, ve las cosas con bastante positividad: “Todo problema tiene solución, y por más que yo lo vea grande esto, hay otros pibes que están peor. He conocido un pibe que jugaba al fútbol también, en Agremiados, y tenía una enfermedad que se le van deteriorando los huesos. Lo miro y digo ‘¿de qué me quejo yo?’. Todos me decían que lo mío era lo más mínimo, pero nadie me quiso poner una firma. Los entiendo igual”.

Iván Varga no puede jugar al fútbol profesionalmente, pero no puede resistirse a un picado cada tanto. “Si no juego al fútbol, por adentro tengo una tristeza grande. Entonces voy, juego veinte minutos, así lo disfruto por lo menos. Tengo dos equipos de amigos. A uno lo dirijo, porque me empezó a gustar, y al otro voy y disfruto cada tanto meterme un rato dentro de la cancha”, comentó. Y por eso no descarta hacer, en un futuro, el curso de técnico: “Lo tengo pensado, pero primero hay que trabajar, generar el ingreso, y después meterme con los cursos y con todas las cosas que quiero hacer”.

Por último, expresó: “Quiero agradecerle a todo Atlanta, porque llegué al club a prueba, y desde un principio me trataron bien. Cuando estuve en este momento malo, todo Atlanta se brindó para mí pagándome un sueldo un año entero cuando podían decirme que no. Los dirigentes, Nico (Bianchi Arce), que es un hermano para mí, el cuerpo técnico que me abrió las puertas para que siga disfrutando seis meses más, y a mis compañeros que estuvieron siempre atentos a lo que me pasaba”.

Mariano Perusso

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